Esta poesía está dedicada a dos personas con las que he compartido mucha vida, que, por desgracia, ya no nos vemos con frecuencia.
Para Afri y Kiko,
pastora y pastor de los Pirineos.
Con los sueños a un lado,
y los recuerdos en un hato.
Con su morral,
con su cayado.
que no le teme a la lluvia.
El sol siempre sale,
la luna les guiña:
ha vuelto a nacer el día.
Día en el que crear la leche
que al mundo alimenta.Un nuevo comienzo
se abre paso entre la siembra.
Tierras viejas,
montañas eternas.Es la vida
que gira y gira
sobre la Roca Madre
y el sol que arde.
Pastoreando el mundo,lo cambiamos de rumbo.
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